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El de los comuneros es uno de los temas que más interés ha suscitado en la literatura de los últimos cinco siglos. La literatura ha contribuido a forjar la imagen del conflicto que se extendió por toda Castilla en 1520-1521. La historiografía coetánea de los hechos condena su memoria y de ahí se siguen casi doscientos años de silencio sobre el tema, apenas roto por la incorporación al lenguaje cotidiano de una imagen peyorativa del movimiento. La literatura del siglo XIX rehabilitó la memoria de los comuneros otorgándole un impetuoso sesgo ideológico al servicio del liberalismo progresista.

El conflicto comunero se contempla como un precedente de la España de 1808 y, a partir de entonces, la admiración por su ejemplo se propaga en paralelo a la transformación de España en el ochocientos. En este siglo nace la literatura de asunto histórico, que aspira a convertirse –especialmente la novela histórica– en la manera más convincente de narrar la historia; la vigencia de esta idea hace que se extienda a la historiografía buena parte de la retórica novelesca.

La literatura de los siglos XX y XXI ha perdido progresivamente la intensa carga ideológica del siglo romántico. Al tiempo que el teatro se ha abierto a la reflexión sobre la historia y la exploración del lado más personal de los personajes históricos, mientras que la novela más reciente ha retomado la idea de su asociación con la historiografía mediante un notorio afán de divulgación de la dramática historia de los vencidos en Villalar.